"El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices." (Oscar Wilde)

lunes, 1 de septiembre de 2014

Adquisición de hábitos



3.2. Análisis de estrategias educativas de creación y mantenimiento de hábitos relacionados la autonomía personal en las actividades de la vida cotidiana infantil

Como ya se ha indicado previamente, el proceso de crecimiento de los niños y niñas es un largo camino que va desde la más absoluta dependencia a la independencia y autonomía individual. En este proceso hay que tener muy en cuenta que cada niño y niña presentan unas características y ritmo específico en cuanto a su propio desarrollo, lo que implica la necesidad de conocer bien al niño o niña a la hora de trabajar la adquisición de hábitos.

Es labor de la familia y los/as educadores estimular a los niños y niñas para que sean capaces de realizar aquellas actividades encaminadas a satisfacer sus necesidades fisiológicas, como alimentarse, vestirse, asearse, etc., y sus necesidades relacionales, con el propósito final de que nuestros/as pequeños/as adquieran la capacidad y responsabilidad de valerse por sí mismos/as. Para ello, en la etapa infantil se trabajarán los hábitos a partir de las rutinas diarias, uno de los aspectos de la intervención educativa más relevante en la infancia.

3.2.1. Hábitos y rutinas

Entendemos por hábito la ejecución de una conducta o un modo de proceder que ha sido aprendido previamente y se repite de forma cotidiana sin un esfuerzo significativo y sin la necesidad de motivación extrínseca. Los hábitos se caracterizan por ser constantes y flexibles. Constantes porque facilitan un marco de actuación a la persona y una forma de relacionarse con los demás, y flexibles por su posibilidad de adaptación a distintas situaciones o características del entorno. Así, por ejemplo, se puede tener el hábito de ducharse todos los días por la mañana, pero si un día nos levantamos tarde o no funciona el calentador podemos optar por asearnos simplemente.

RECUERDA QUE
El hábito es una conducta aprendida que se realiza a partir de unos criterios, sin control externo (premios o castigos) y  de forma continua. Si el hábito se hace de forma correcta favorecerá la autonomía.

No hay que confundir hábito con habilidad, que hace referencia al saber hacer del niño y la niña a partir de las capacidades físicas, cognitivas o motrices que necesita para realizar una conducta con éxito. Tener habilidad para llevar a cabo una acción no significa que se tenga el hábito, ya que éste aparecerá cuando dicha acción se realice sin esfuerzo cada vez que la situación lo exija.

La automatización de los hábitos se obtiene a través de las rutinas, dicho de otra manera, el proceso repetitivo y rutinario de una acción hace posible la adquisición del hábito. Así, las rutinas harían referencia al conjunto de actividades que los/as niños/as realizan diariamente de la misma forma y en el mismo orden, ya que suelen ser conductas programadas basadas en secuencias fijas. Para los/as niños/as las rutinas son muy importantes ya que les proporcionan seguridad, pues se convierten en las primeras referencias espacio-temporales que les permiten prever la secuencia de acontecimientos diarios, proporcionando un marco estable y seguro de actuación.

Además de servir para estructurar el tiempo y fijar la sucesión de actividades en un determinado orden, las rutinas también crean relaciones de causalidad, entablan comunicación con el entorno cercano y aumentan la autoestima de los niños y niñas al percibirse éstos con mayor autonomía. Por lo tanto, el uso de rutinas facilita el desarrollo cognitivo, afectivo y social.

3.2.2. Proceso de adquisición de hábitos de autonomía personal en la infancia

El proceso de adquisición de hábitos para alcanzar la autonomía en aspectos relacionados con la alimentación, el descanso, la higiene, el orden, etc., necesita del apoyo y control por parte de los adultos, tanto educadores/as como familia, quienes deberán presentar actividades rutinarias teniendo en cuenta la edad, la existencia de unas capacidades básicas y el grado de autonomía de los/as niños/as.

Resulta evidente que antes de tratar de desarrollar un hábito debemos asegurarnos que el niño o la niña poseen las capacidades suficientes para alcanzarlo. De lo contrario, el proceso de adquisición del hábito sufrirá complicaciones, reduciendo su posibilidad de éxito y generando desmotivación e inseguridad. En este sentido, existen dos tipos de habilidades necesarias para iniciar el proceso de adquisición de un hábito:


  • Habilidades de ejecución, que son las concernientes a la motricidad fina y a la motricidad gruesa y que implican las posibilidades de movimientos del niño y la niña, la fuerza que pueden ejercer, la capacidad manipulativa o la coordinación visomanual. Se entiende, por tanto, que estas habilidades son fundamentales para poner en marcha el proceso de adquisición de un hábito, y se irán perfeccionando según se practiquen dichos hábitos, ganando en precisión y reduciendo el esfuerzo.

  • Habilidades de planificación, que hacen referencia a la capacidad cognitiva para comprender y reconocer las acciones y la secuencia propias del hábito, y saber así cómo, cuándo, dónde y por qué se ha de realizar la conducta. Hay que tener en cuenta que no se pretende meramente una repetición automática  de acciones, sino que el niño y la niña doten de sentido al hábito y lo generalicen a los distintos entornos. Por ejemplo, lavarse las manos antes de comer tanto en casa, como en la escuela, como en cualquier otro lugar si tiene la posibilidad de ello.


Por otro lado, no sólo se fomenta la adquisición de hábitos con la práctica de los mismos. También se puede potenciar su adquisición a través de canciones, poesías, retahílas, juegos, cuentos o programas infantiles educativos que traten sobre el tema que se quiera trabajar. De este modo, se refuerza la comprensión del hábito y su placer por llevarlo a cabo.

Además del nivel de capacidad de los/as niños/as, otros aspectos a tener en cuenta a la hora de desarrollar hábitos son los espacios y recursos de los que disponemos, el nivel de satisfacción que suponga al niño o la niña, la relación afectiva con los adultos implicados y la buena elección del momento. Todos ellos los veremos más adelante.

Otro aspecto relevante que no debemos olvidar es que la mera comunicación al niño o niña de lo que tiene que hacer no es suficiente. La comunicación verbal ha de acompañarse de una demostración física que sirva de modelo, para que así se puedan poner en funcionamiento los mecanismos de imitación. En este sentido, el proceso de modelado será más efectivo cuando la conexión afectiva entre el niño o la niña y el adulto sea buena y si se presentan las pautas de forma lúdica.

El hábito estará adquirido no solamente cuando el niño o la niña sean capaces de realizar la conducta, sino cuando además sean capaces de reconocer las situaciones en las cuales se ha de aplicar dicho hábito y lo hagan sin la exigencia de terceras personas, es decir, con autonomía. Esto conlleva un proceso de aprendizaje a largo plazo, pues para consolidar muchos hábitos se necesita bastante tiempo. Por este motivo, hay que plantear su aprendizaje de forma sistemática, teniendo claros los objetivos a conseguir, la metodología a utilizar y el tiempo que se le va a dedicar.

RECUERDA QUE
“Háblame y lo olvidaré, muéstrame y lo recordaré, implícame y lo entenderé”. Confucio (551 a.C. – 479 a.C.) Pensador chino

Programación de hábitos y rutinas

Para enseñar hábitos, aparte de realizar programas específicos, es fundamental aprovechar las situaciones diarias como la hora de comida o el baño para trabajar los hábitos que deseamos que los niños y niñas aprendan. Dicha intervención educativa requiere una programación y una evaluación continua, que a la vez permita adaptarse a cada niño/a para asegurarse un óptimo avance del aprendizaje, lo que implica la conveniencia de analizar los distintos factores que pueden incidir de forma directa o indirecta en la adquisición de los hábitos antes de programar.

Por otro lado, es muy importante, antes de iniciar el aprendizaje de las conductas en cuestión, analizar el propio proceso y preguntarse acerca del tipo de acciones en las que se descompone el hábito y el orden que han de seguir, su grado de dificultad, la frecuencia de su repetición, el tiempo que requiere su consolidación, quiénes van a participar en el desarrollo de la programación o cómo se va a evaluar el proceso.

A su vez, a la hora de programar, siempre se han de definir los siguientes elementos:
  • Objetivos: el hábito que queremos instaurar
  • Contenidos: los conceptos, procedimientos y actitudes relacionados con el hábito.
  • Metodología: las técnicas que vamos a utilizar.
  • Actividades: acciones que se van a llevar a cabo para conseguir las metas del programa
  • Recursos: medios, tanto humanos como materiales, que se necesitan.
  • Temporalización: tiempo y frecuencia que asignaremos a cada una de las acciones.
  • Evaluación: comprobación y seguimiento de los objetivos planteados

 
 

Fases del proceso de adquisición de hábitos

El aprendizaje de un hábito pasa por una serie de fases:

  1. Fase de preparación, en la cual se definen los elementos del programa a llevar a cabo y se analizan las posibilidades del niño o niña y la adecuación del entorno. Además, ésta es la fase en la cual hay que empezar a motivar al niño o la niña fomentando el interés hacia las conductas objetivadas, facilitando de este modo una buena predisposición y una relación de confianza.
  2. Fase de aprendizaje. Una vez analizados los aspectos que han de posibilitar el aprendizaje, es el momento de enseñar el hábito. En un primer momento se planteará como un juego en el que la imitación tomará un papel relevante. El adulto, mediante una actitud positiva, servirá de guía al niño o la niña, observando sus dificultades, convirtiéndose en un apoyo en la ejecución y dando tiempo para que aprenda, analice y corrija los errores.En esta fase se recomienda actividades cortas, para evitar la fatiga,  repetitivas a lo largo de la jornada y que no supongan la retirada brusca de alguna otra actividad placentera para el niño o la niña, ya que si no el hábito no se reforzaría positivamente.
  3. Fase de automatización. En esta fase la colaboración del adulto para la realización de la conducta es menos directa, enfocando su intervención hacia la motivación, la valoración de la ejecución y la potenciación de la autonomía. El niño o la niña acepta y dota de sentido el hábito que se le está enseñando y lo ejecuta adecuadamente.
  4. Fase de consolidación. Finalmente el niño o la niña realiza la conducta aprendida de forma autónoma cuando la situación así lo requiere, ya que el hábito se ha interiorizado. 
 
3.2.3. Valoración de las necesidades infantiles como eje de la actividad educativa. Temporalización.

La actividad educativa se va a vertebrar en torno a la satisfacción de las necesidades básicas, de este modo el horario de una jornada de un centro infantil se confecciona teniendo en cuenta los momentos de descanso, las conductas higiénicas y los distintos momentos de alimentación.

RECUERDA QUE
Hay que respetar el tiempo que necesita cada niño/a para adquirir el hábito, pues no todos/as tienen el mismo ritmo o nivel de desarrollo.

Por otro lado, para la adquisición de hábitos y rutinas es muy importante establecer un espacio temporal dedicado a su aprendizaje, temporalizándose las actividades tanto a nivel diario como semanal o mensual. En la confección de estos horarios se tendrá en cuenta:
  • El tiempo y la frecuencia que se le dedicará a cada actividad.
  • Que no sean actividades mecánicas exactamente iguales para todos los niños y niñas, pues se deberá considerar los distintos ritmos, nivel de desarrollo y afectos de cada niño/a.
  • La alternancia de periodos de actividad con periodos de descanso
  • La alternancia de actividades conducentes a la adquisición de hábitos con actividades lúdicas y/o académicas.
  • Tener en cuenta los periodos de adaptación.
  • Flexibilidad, tratando de evitar tanto la excesiva división del tiempo como la rigidez de la jornada 
 

 
En términos generales, la división temporal de una jornada en una escuela infantil gira en torno a una serie de momentos, como son:
  • La llegada a la escuela, con sus rutinas de acogida y saludos.
  • La asamblea, como primer momento de encuentro entre los/as niños/as.
  • La realización de actividades tanto individuales como colectivas en el aula-taller (psicomotricidad, cuentos, fichas, etc.)
  • Desayunos y comidas, donde se trabajan hábitos de alimentación e higiene.
  • Rutinas de higiene, tanto de lavado de manos como de utilización del WC.
  • Desarrollo de actividades al aire libre, generadoras de mayor actividad.
  • Puesta en marcha de actividades de relajación y descanso.
  • Juego libre por los diferentes rincones.
  • Rutinas de recogida y ordenación de materiales. 
  • Rutinas de despedida



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