A partir del año, y según se va creciendo, la necesidad energética va variando. Es importante que, tanto desde la familia como desde la escuela infantil, exista un ajuste a las demandas nutricionales de niñas y niños y se generen hábitos saludables de alimentación.
Es muy
importante que la escuela infantil facilite a las familias las programaciones
alimentarias del mes, para que exista una buena coordinación y no se repitan o
falten alimentos en la dieta.
En términos
generales, los menús que se elaboren en la etapa infantil deben:
- Aportar los nutrientes necesarios en congruencia con la edad, sexo y necesidades energéticas.
- Incluir todos los grupos de alimentos.
- Variar las recetas y la forma de elaboración (a la plancha, técnicas de cocción, etc.)
- Contener platos apetecibles, cuidando la presentación, los colores, la temperatura, el olor y la distribución en el plato.
- Priorizar el consumo de hidratos de carbono en los desayunos por su alto poder energético recomendable al comienzo del día.
- Alternar proporcionalmente las proteínas animales, de alto valor biológico, con las vegetales (legumbres, verduras y frutas).
- Proporcionar distintas texturas atendiendo a la edad y estado de dentición de los niños y niñas.
- Limitar el consumo de sal.
- Incluir pan y agua.
- Fomentar la variedad y la identidad gastronómica de la zona, así como las de otras culturas, propias de niños y niñas de la escuela.
En la programación de los menús, es
recomendable confeccionar un menú básico
semanal a partir del cual se irán introduciendo las modificaciones pertinentes,
bien por aspectos estacionales o de temporada, bien por situaciones
particulares (opciones religiosas, prescripciones facultativas, etc.)
En cuanto al
desayuno, para que éste sea equilibrado es conveniente que se componga de
lácteos, cereales y frutas. Algo similar ocurre con la media mañana y la
merienda, aunque en estos casos se puede incluir ocasionalmente los embutidos.
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