Como ya
vimos en el primer capítulo de este
libro, para que niños y niñas alcancen un desarrollo integral se deben cubrir
todas sus necesidades básicas, entre las que se encuentran la higiene, ya que
ésta es imprescindible para una buena salud física, contribuye a un desarrollo
armonioso de la personalidad y facilita la sociabilidad y convivencia.
Entendemos
por higiene, en un sentido amplio,
al conjunto de conocimientos y técnicas dirigidas al control de aquellos
factores nocivos, o potencialmente nocivos, para la salud de las personas, con
el objetivo de conservar y mejorar la salud y prevenir enfermedades. De forma
más específica se puede hablar de higiene personal, higiene laboral, higiene
alimentaria, higiene postural, etc.
La higiene
infantil tiene como propósito proteger el cuerpo del niño o la niña de agentes
infecciosos mediante el aseo y la limpieza corporal, lo cual debe contribuir,
además, a un incremento del bienestar general.
Por otro
lado, dentro del contexto educativo, se debe procurar, no solo que niños y
niñas gocen de óptimas condiciones higiénicas, sino también transmitir la idea
de que la higiene es básica para la salud y la imagen personal, fomentando
hábitos higiénicos en coordinación con las familias.
De este modo, la escuela infantil se ocupará en
su relación con niños y niñas de la higiene
personal, trabajando aspectos como el aseo corporal y el arreglo personal
(vestido, calzado, etc.), y de la higiene
ambiental, comprometiéndose con exigentes normas de higiene en la escuela,
asesorando a las familias y promocionando la higiene medioambiental.
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