"El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices." (Oscar Wilde)

lunes, 1 de septiembre de 2014

Necesidades básicas y autonomía personal en la Infancia



Atender las necesidades básicas en la primera infancia no se limita tan solo a la atención de necesidades vitales, sino que resulta imprescindible para el desarrollo equilibrado del niño y la niña, puesto que proporciona hábitos saludables, mayor autonomía personal y una imagen positiva de sí mismo/a,  debido a la dimensión relacional y afectiva que implica la satisfacción de dichas necesidades básicas.

2.1. Necesidades básicas de 0 a 6 años

La atención a las necesidades básicas en los primeros años de vida adquiere una enorme importancia, ya que son satisfechas casi exclusivamente por las personas adultas, lo que conlleva la responsabilidad de conocer bien estas necesidades y su correspondencia con el momento evolutivo de los niños y niñas. 

En la etapa infantil, los niños y niñas dedican la mayor parte de su tiempo al juego,  a la realización de actividades cotidianas (alimentación, descanso e higiene) y a diversas actividades de tipo cognoscitivo y motor. De todas ellas, son las actividades cotidianas las que marcan el ritmo diario del pequeño/a, ya que el día se va estructurando en relación a los momentos que dedican a estos menesteres. Además, estas actividades ligadas a las necesidades básicas de carácter físico representan para los/as niños/as las primeras actividades educativas, ya que a través de su realización se obtiene un aprendizaje continuo, aprenden a respetarse a sí mismos/as y al entorno que les rodea y se potencia la relación directa con los adultos de referencia, lo que resulta de gran importancia a nivel afectivo y relacional.




Las necesidades básicas en la infancia las podemos dividir en necesidades físicas, necesidades de seguridad, necesidades emocionales, necesidades sociales y necesidades cognitivas.

Necesidades físicas
  • Alimentación, en cuanto a la necesidad de los niños y niñas de una alimentación suficiente y variada, bien secuenciada en el tiempo y adaptada a su edad.
  • Higiene, que implica la adquisición de hábitos y actitudes adecuadas y positivas en relación con la higiene corporal, de vestido y del entorno, así como la evitación de espacios sucios o contaminados.
  • Descanso, pues es fundamental que los/as niños/as gocen del tiempo, condiciones y  lugares adecuados para descansar, propiciando unos ritmos actividad-descanso saludables.
  • Temperatura, en cuanto a la necesidad de condiciones óptimas de vestimenta y vivienda.
  • Salud, en referencia a la existencia de un control sanitario (revisiones, vacunaciones, etc.)
  • Actividad física, relacionado con el ejercicio y el juego, pues se necesitan espacios variados que faciliten la libertad de movimiento y el contacto con los iguales, los juguetes y los elementos naturales.
Necesidades de seguridad

Se incluyen en este apartado las necesidades asociadas a la protección ante condiciones del entorno y otras personas que supongan un riesgo para la integridad física del niño y la niña, así como la protección ante el daño que pudiera hacerse a sí mismo/a.

Ejemplos de satisfacción de estas necesidades son las acciones dirigidas a la prevención de accidentes en los distintos entornos del los/as niños/as, la supervisión de las relaciones que tienen los/as peqeuños/as, la enseñanza de normas básicas de seguridad o la disponibilidad de ayuda cuando el niño y la niña lo necesiten.

Necesidades emocionales

  • Estas necesidades son las concernientes a la seguridad y desarrollo emocional que requieren los/as niños/as, que se resumen en:
  •  Disposición de relaciones seguras, estables y afectivas con personas adultas significativas.
  • Sensibilidad y responsividad de las personas adultas hacia las necesidades del niño y la niña.
  • Contacto físico apropiado
  • Recepción de afecto y refuerzo positivo, mediante demostraciones físicas y verbales de afecto y el refuerzo y  la valoración de los esfuerzos y logros y aspectos positivos del niño y la niña.
  • Participación en decisiones que les afectan, favoreciendo una mayor autonomía en cuanto a la toma de soluciones y resolución de conflictos.
  • Escuchar, comprender y responder a los temores de los/as niños/as, siendo de ayuda para la resolución de problemas o síntomas de malestar emocional.

Necesidades sociales
 
Nos referimos ahora a la necesidad que tienen los/as niños/as  de comprender las normas y los límites de sus conductas en relación a su entorno social. También se incluyen otros aspectos como la necesidad de adquirir valores, la idoneidad de desarrollar la capacidad empática o el derecho a gozar de relaciones de amistad y compañerismo en distintos entornos y con la posibilidad de una interacción lúdica.

Necesidades cognitivas

Por último, hablamos de necesidades cognitivas para hacer referencia a:
  • Necesidades de estimulación sensorial, proporcionando entornos muy variados a nivel de estímulos que faciliten experiencias de exploración y aprendizaje.
  • Necesidad de adquirir  conocimientos y habilidades a través de un proceso formativo organizado (escuela u otro homologado)
  • Necesidad de comprensión de la realidad física y social, obteniendo respuestas sinceras sobre los fenómenos y participando activamente en el conocimiento de los mismos.

En este módulo nos centraremos en el estudio de las intervenciones que facilitan la adquisición de hábitos de autonomía personal en relación a la atención de necesidades físicas y de seguridad, ya que la atención a las necesidades cognitivas y socioafectivas las veremos detenidamente en sus módulos correspondientes.

2.2. Valoración de la atención a las necesidades básicas como momento educativo

Las necesidades básicas de los/as niños/as se satisfacen en el desarrollo de las actividades cotidianas, y la repetición regular de estas actividades favorece la adquisición de hábitos de autonomía, la integración con los iguales y la mejora de la relación con los adultos. Se entiende, por tanto, que atender las necesidades cotidianas de los/as pequeños/as no solo es una circunstancia asistencial, sino que constituye un momento educativo clave para el fomento de un adecuado desarrollo.

RECUERDA QUE
Es responsabilidad de la familia, la escuela, los servicios sociales y la sociedad en general, la atención y satisfacción de las necesidades de los niños y las niñas.

Resulta evidente que la atención de las necesidades básicas es una labor de especial importancia, no solo en el ámbito familiar, sino también en los centros infantiles, por lo que se ha de contemplar en la programación didáctica tanto de forma específica como de modo transversal. Así, bajo el denominador común de actividades cotidianas como la alimentación, la higiene y el ciclo descanso-actividad, se estructuran las actividades de la vida diaria como recurso metodológico en la educación infantil.

De este modo, en el primer ciclo de Educación Infantil el planteamiento educativo girará alrededor del tiempo necesario para cubrir las necesidades básicas del bebé al principio del ciclo y en el aprendizaje de hábitos al final. En cambio, en el segundo ciclo de Educación Infantil, los procesos de adquisición de hábitos se combinan con el aprendizaje de contenidos curriculares, conformándose el horario de tal modo que de cabida a ambos aprendizajes. Los objetivos generales que se pretenden que los niños y las niñas alcancen en estas dos etapas son los siguientes:

  • Primer ciclo (0-3 años)
o   Identificar y expresar sus necesidades.
o   Ir ganado autonomía en atención de las necesidades más sencillas de satisfacer.
o   Descubrir, conocer y controlar su propio cuerpo, valorando sus posibilidades y limitaciones para actuar de forma cada vez más autónoma
o   Empezar a crear su propia individualidad, generando una sana autoestima.
o   Aceptar y expresar sentimientos en relaciones afectivas.
o   Expresar intereses, opiniones y emociones en coordinación con un comportamiento adecuado

  • Segundo ciclo (3-6 años)
o   Mejorar el manejo de su cuerpo y movimientos.
o   Desarrollar una autoimagen positiva.
o   Ganar autonomía en la satisfacción de sus necesidades y en el reconocimiento de su medio.
o   Potencial su seguridad en las relaciones y su capacidad comunicacional

2.3. Análisis del papel del educador o educadora infantil en la atención a las necesidades básicas y la promoción de la autonomía personal de los niños y niñas.

El educador o educadora infantil, además de atender adecuadamente las necesidades básicas, ha de jugar un papel de dinamización y apoyo en la construcción de la autonomía personal de sus alumnos/as.

Existen una serie de comportamientos y actitudes docentes que facilitan la autonomía personal en Educación Infantil:
  •  Mostrar cariño y aceptar a los niños y niñas tal como son.
  • Mostrar una actitud de respeto y confianza hacia el niño y la niña, posibilitando que exprese sus opiniones, pensamientos e intereses, fomentando así su seguridad y su autoestima.
  • Realizar una escucha activa, que propicie una mejor comprensión de los/as pequeños/as.
  • Adoptar una relación empática, reconociendo y considerando la perspectiva infantil.
  • Conversar constantemente con los/as niños/as
  • Utilizar materiales que fomenten la manipulación, la exploración y la comunicación, propiciando de este modo una intervención más activa del los niños y las niñas.
  • Adoptar una actitud tolerante y no autoritaria, animando a que los niños y las niñas asuman responsabilidades de forma paulatina bajo una dinámica de clase participativa.
  • Propiciar que el niño y la niña desarrollen iniciativa en la ejecución de actividades  
  • Promover el esfuerzo y la perseverancia.
  • Reforzar continuamente el  logro, avance y el esfuerzo de los/as niños/as

2.4. Valoración de la coordinación con las familias y otros profesionales para la atención de los niños y niñas.

Uno de los grandes desafíos en el proceso de enseñanza – aprendizaje es la coordinación de todos los agentes educativos implicados, siendo especialmente relevante la coordinación escuela – familia.

De este modo, debe ser objetivo de la escuela infantil la acción de concienciar a las madres y los padres sobre la influencia que ejercen sobre sus hijos e hijas a la hora de adoptar actitudes, valores y creencias relacionados con comportamientos y estilos de vida saludables, así como transmitir pautas adecuadas para una adecuada atención de los niños y las niñas. Para tratar de alcanzar estos objetivos la escuela debe cuidar las relaciones con las familias, estableciendo flujos de comunicación y participación apropiados.

Por otro lado, para la escuela infantil, conocer las circunstancias ambientales que rodean a los niños y niñas es fundamental, ya que ayuda a comprender determinados comportamientos y permite adoptar o proponer las medidas necesarias para una adecuada atención. Así, cuando aparecen situaciones difíciles la escuela debe buscar soluciones junto a la familia, bien pautando una intervención común o bien facilitando el contacto con otros profesionales u organismos.

La familia aporta una valiosa información sobre aspectos ligados al cuidado y cotidianidad del niño y de la niña que la escuela debe tener en cuenta, tales como alimentación, hábitos de sueño, estado de salud, vacunas, nacimiento de un hermano o hermana, relaciones fuera de la escuela, etc. Del mismo modo, la escuela también aporta información a las familias acerca del comportamiento, estado de ánimo, hábitos, etc., que se dan en el centro. Este intercambio de información es esencial para una óptima atención de los niños y niñas.

Las relaciones entre escuela y familia se pueden dar a través de:
  • Reuniones periódicas con las familias, tanto individuales como grupales.
  • Cuestionarios y/o encuestas para obtener información sobre los/as alumnos/as
  •  Realización de actividades con la participación de las familias.
  • Seguimiento conjunto de los procesos de adquisición de hábitos.
  • Charlas, talleres o cursos sobre hábitos saludables, educación emocional, desarrollo evolutivo, etc.
  • Cooperación con las ampas y asociaciones vecinales.

RECUERDA QUE
Durante los primeros años de vida, la familia juega un papel fundamental en la transmisión a los niños y niñas de valores, normas, hábitos, rutinas y costumbres.

Además de cooperar con las familias, también es deseable la colaboración con otros profesionales que intervienen en la atención a la infancia. En este sentido, se puede establecer un proceso de comunicación continua con los servicios de salud y los servicios sociales de la zona, no solamente para propiciar un adecuado intercambio de información, sino también para explorar intereses comunes y proponer actividades conjuntas o complementarias.

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